Sad tired young woman is touching her forehead, while having headache, migraine or depression.
Estamos atravesando uno de los acontecimientos que nos marcarán en nuestra historia, vivir una pandemia y asumir la cuarentena que concierne, ha sido complejo, confuso, abrupto y desafiante. Atravesando la duda, el miedo, la incertidumbre, la frustración y en ocasiones la tristeza.
Sin embargo, estos factores y sensaciones tan intensas nos ha llevado a fortalecer nuestra capacidad de adaptación a los cambios abruptos que hemos estado viviendo, desarrollar nuestra creatividad para construir nuevas soluciones que nos generen utilidad y bienestar, nos ha llevado a obtener habilidades, competencias y actitudes que tal vez no sabíamos que teníamos en nuestro interior, este proceso nos ha generado una gran sabiduría para transformarnos y mejorar.
Y para llegar a poder ver y sentir esta perspectiva es necesario vivir un proceso de duelo por todo lo que ya no es, ya no está y hemos perdido. Hemos permanecido en un estado de alerta que nos ha generado cautela, precaución, miedo y esto en ocasiones nos ha llevado a sentir una gran ansiedad por lo que viene, lo desconocido, creándonos pensamientos e ideas que se convierten en suposiciones negativas hacia el futuro, generando un estado de angustia. Por lo que en ocasiones al bajar la guardia ante situaciones que no podemos controlar nos provoca una sensación de resignación, de tristeza, de darnos por vencidos.
Este estado genera una tristeza profunda que es necesario diferenciarla de una depresión.
La tristeza se da a partir de una situación específica y real, como la ruptura de un vínculo amoroso, la muerte de un ser querido, la pérdida del empleo y dificultades económica, entre otras. Cuando nos enfrentamos a situaciones que modifican el entorno al que estamos habituados se experimentan sentimientos de nostalgia, frustración, enojo y, en ocasiones, de apatía; sin embargo, después de un periodo de tiempo, que depende del tipo de situación de estrés a la que nos enfrentamos, estos sentimientos irán desapareciendo hasta el punto de no experimentarlos e incluso poder recordar el suceso estresante sin revivir dichos sentimientos.
La depresión se diferencia de la tristeza como un trastorno afectivo donde hay pérdida de interés o placer por toda actividad común al desarrollo del individuo sin identificar una causa específica o real que genere dicha apatía.
Veremos puntualmente cuáles son estas diferencias para saber qué hacer en caso de que estés pasando por una situación similar:
La tristeza como emoción natural, tenemos que vivirla y experimentarla, no nos resultará placentera, pero nos ayudará, por ejemplo, a afrontar situaciones similares en el futuro, a tener recursos internos para poder reaccionar y gestionarnos emocionalmente. No hay por qué esconderse cuando uno está triste, porque todos los seres humanos la padecemos y se puede compartir y pedir ayuda o lo que se necesite en ese momento a nuestro entorno más cercano.
¿Cuándo es necesario pedir ayuda a un profesional?
Es necesario reconocer estas diferencias y si hay indicadores que señalen que existe una depresión es importante que sepas que tiene cura y que se puede tratar por lo que podemos identificar a una persona que sufre de depresión cuando presenta:
Si puedes identificar una causa clara para tu desánimo y no se cumplen otros de los criterios para el diagnóstico de depresión, lo más probable es que sufras tristeza.
La tristeza sana y necesaria puede tener síntomas físicos como por ejemplo: nudo en la garganta, ojos llorosos, presión en el pecho, poca energía y malestar general.
La tristeza sirve para:
VALIDA TUS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES PARA QUE NO LLEGUES A UNA DEPRESIÓN.
PSICOTERAPEUTA Diana Cantellano Macías, diana_cant@yahoo.
Esta web usa cookies.
Deja un comentario